Los neumáticos con banda de rodadura bajo este límite se deslizan con facilidad, las distancias de frenado son más largas y son más susceptibles a la ruptura. En condiciones de superficie humedad el vehículo padece riesgo de aquaplaning lo que provoca pérdida de control del vehículo y frenos. Conducir con neumáticos en estas condiciones es ilegal y puede dar lugar a una multa o inhabilitación.
Conducir con baja presión de aire genera más calor de lo normal, pudiendo producir roturas en el neumático. Del mismo modo, las llantas pueden acortar la vida del neumático si la presión es baja. Por otro lado, si la presión en la ruede es excesiva, la conducción se vuelve impredecible. Si el neumático sufre un impacto se puede romper y cortar fácilmente y si se frena con fuerza puede derrapar más fácilmente, lo que reduce la vida útil del neumático además de aumentar el riesgo de accidente.
Si durante la conducción se adhieren elementos puntiagudos al neumático, como piedras o clavos se corre el riesgo de que el neumático pueda llegar a perforarse o romperse. Para evitar riesgos, se debe cambiar el neumático inmediatamente al descubrir algún daño.
La falta de un buen mantenimiento o frenadas de emergencia pueden producir un desgaste irregular. Se debe comprobar la presión de aire, la alineación y deben rotarse las ruedas con frecuencia. Es recomendable evitar malos hábitos en la conducción como la aceleración repentina y prestar atención en el frenado y en las curvas.
Debe asegurarse de revisar regularmente la presión de aire del neumático de repuesto, la existencia o no de daño y la profundidad de sus ranuras.